A menudo las cosas más complejas suelen ser simples, aquellas que parecen lejanas están más cerca de lo que pensamos y esas que reclaman seriedad pueden ser orientadas desde el sentido del humor.
Fíjese si es así que me voy a atrever a contarle alguna que otra intimidad. Espero que no se moleste...
Mire... en
casa vivíamos 4 hermanos y a pesar de que mis padres nos trataban por igual haciéndonos creer que todos
éramos sus hijos, yo empecé a pensar que no era así… desde bien pequeño. No me cuadraba el parecido de mi hermano con Gandhi y el mío con Frijolito. Pero la verdad es que todos teníamos un "aire".
La uniformidad la rompía mi hermana, ya que mientras ella jugaba con muñecas,
el resto le dábamos patadas al balón. Vestíamos todos iguales, pero con
diferente talla; incluso fuimos al mismo colegio religioso recibiendo la misma
educación de forma sucesiva por los mismos profesores. Yo era el pequeño y
quizás por ello, Fatima, la fiel asistenta doméstica, me cogió un cariño especial
a la vez que me llevaba agarrado a su espalda cuando mi madre le encargaba
bajar a la piserí* para comprar un kilo de higos chumbos ya pelados.
Los 4 nos parecíamos con respecto al resto de la población, incluidos los hijos
de nuestra vecina Madamme Simón; pero cuando me escondía debajo de la mesa
Singer para evitar ser presentado ante las numerosas visitas que atendía mi
padre, meditaba sobre las numerosas diferencias que poseíamos; lo cual no
conseguía que mi madre no confundiera nuestros nombres al llamarnos para
merendar.
Mi hermano mayor era listo, el segundo inteligente; mi hermana era superdotada
y yo, una pausada mezcla de los 2 primeros.
Mi hermano mayor aprendió francés y el segundo, español. Mi hermana ambos idiomas
y yo… inglés. Mi madre me decía que esta “habilidad” era heredada de mi abuela
paterna que a pesar de hablarme siempre en español antiguo, era inglesa.
Como usted comprenderá, el lío que yo tenía era importante y más cuando supe
que cada célula de los cuerpos y mentes de todos nosotros poseían una copia
exacta del ADN de nuestro padre y de nuestra madre, y ellos a su vez, de nuestros respectivos
abuelos. Imagino que ahora entenderá mis sospechas…
Años más tarde conocí aquello del nivel de expresión de los genes, el ADN, el
ARN, las combinaciones, las recombinaciones, la epigenética, etc… y entonces me tranquilicé un poco.
Mi padre falleció por un ictus a pesar de padecer diabetes; mi madre está fresca
como una lechuga a pesar de padecer diabetes. Mi hermano mayor falleció por un
cáncer de colon y no tenía diabetes. El resto vamos arrastrando una cierta
tendencia hipertensa con distinto sentido del humor.
Como ya me dijo mi madre, yo había heredado cierta cabezonería anglosajona;
entonces me interesé por encontrar el motivo por el cual éramos parecidos y tan
diferentes a la vez. Por un lado, cuando tomamos el Sol, nos ponemos muy
morenos. Por ello, considero que poseemos una buena y sustanciosa producción de
melanina cuyo precursor es la tirosina. Así mismo caí en la cuenta de que nuestro
carácter dinámico e inquieto se transformaba en agresivo cuando nos llevaban la
contraria; lo achaqué a un exceso de norepinefrina, cuyo precursor es la
tirosina. No éramos traviesos como los niños pelirrojos, pero teníamos un toque
creativo… los chicos con la música y mi hermana con el dibujo. Eso lo achaqué a
la combinación entre la histamina, la acetilcolina y la dopamina que éramos
capaces de producir. Yo me enamoré de una bandurria a los 7 años, por lo que deduje que la oxitocina rebosaba por mis neuronas en plena sinapsis. Todavía no se si lo que me atrajo de ella fue su funda de tela escocesa, sus 12 traidoras cuerdas o la pequeña púa de plástico que la acompañaba.
Cierto es que todos teníamos gran facilidad para escondernos bajo la cama
cuando mi padre se enfadaba… así que lo achaqué a la adrenalina. Todos nos
sentíamos deportistas, menos mi hermano mediano; pensé que el glutamato actuaba
con gran virulencia mientras que la serotonina y el GABA se apoderaban de las
neuronas de mi hermano más reflexivo y contemplativo. Mi madre posee una “memoria
de elefante”; por lo que deduje que su capacidad para producir acetilcolina era
sustancial y mi padre fue futbolista profesional; así que pensé que la dopamina
acompasaba rítmicamente sus movimientos; eso que llamamos sincronización
motora.
En fin, que he sacado la conclusión que me indica que las combinaciones entre
los ADNs se mezclan como las personas lo hacen y que dicho resultado se
recombina a su vez para alcanzar una unidad que luego será componente de otra.
De vez en cuando algo se estropea y lo intentamos reparar. Cuando no se arregla bien, entendemos que muta desviándose del amplio cauce predeterminadamente
acotado pero... eso es otra historia; una historia de mutantes.
*piserí se refiere al colmado o tienda de alimentación típica de barrio.
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