En esta ocasión voy a comentarle un caso real como la vida misma. Sí! esa vida que creemos real y que en realidad es ficticia, ya que solo existe en su imaginación. Le cuento...
Un día, un asesor acudió a la llamada de una empresa para que realizase una auditoría sobre la evaluación del personal y su traslación al clima laboral. Les pasó un presupuesto muy ajustado y parece que aceptaron por eso, cuando en realidad dicho presupuesto obedecía al tiempo que le iba a dedicar a dicha actividad. Escaso, se lo confieso. No sabe que el método reduce el tiempo de aplicación? Él tenía un método... raro, pero método al fin y al cabo.
Una vez le atendieron en la recepción, le saludó el director de RRHH con un fuerte apretón de manos. Acto seguido le dijo: "Acompáñeme a la planta de producción y así se hará una idea de la magnitud de la empresa y de la problemática que tenemos". Le hizo caso... claro! ante tan educada propuesta, no hay que negarse.
En cuanto se vistió de "marciano de laboratorio", le indicó a su anfitrión si podía ir al baño. "Por supuesto", le dijo mientras le indicaba enérgicamente el camino con el dedo índice de su mano derecha. "Gracias", le comentó imitando su gesto marcando un ángulo menor con su codo.
Usted, amigo lector, estará pensando... "qué inoportuna necesidad... con lo bien que íbamos"...
Una vez traspasó la puerta, un aroma a desagüe le invadió e invadió su aura, pero no obstaculizó su visión lo suficiente para que no viese papeles arrugados y húmedos en el suelo, a la vez que un espejo ligeramente astillado en uno de sus vértices; algunas "notas" en las paredes haciendo alusiones a madres de otros individuos y algún que otro boceto de órganos sexuales anticipaban una pésima impresión. Un pomo roto y dos abolladuras en sendas puertas acabaron de darle una visión de este "agujero" más propio de una película rodada en Dresde. Acto seguido, respiró profundamente mientras salía apresuradamente para frotarse las manos con loción hidroalcohólica.
Después de media hora revisando los puestos de trabajo (es un decir... ya que la visita fue de esas de "colectivo de amas de casa / colegio"), se trasladaron a la "zona noble". Abusando de una confianza que no poseía, el asesor le indicó de nuevo a su anfitrión si podía ir al baño. Mostrando extrañeza por la supuesta incontinencia, le indicó el camino enérgicamente con el dedo índice de su mano derecha. Nuestro protagonista, como sospecha, hizo el mismo gesto anterior; esta vez con una ligera sonrisa.
Qué le voy a contar? como en un hotel de 5 estrellas... de esos baños en el que a uno le gustaría "vivir".
Salió frotándose las manos después de secárselas con una toallita esponjosa, blanda y de amable tacto. Daba pena tirarla a la papelera cromada.
En ese mismo momento, nuestro asesor le dio un fuerte apretón de manos a su extrañado anfitrión para decirle, acto seguido: "Lo tienen ustedes muy mal. Suspendidos!!". "Cómo?" le preguntó... "Pero si no hemos empezado, ni ha hablado usted con nadie....!!" dijo visiblemente contrariado.
Resultado: "Suspendidos ellos por el asesor... El asesor, suspendido por ellos y el clima laboral por los suelos en el subsuelo y por las nubes en el cielo".
Por cierto, no me han pagado todavía... ja!ja! Creo que todavía le está dando vueltas a la pregunta que le hice antes de irme... "Por cierto, le gusta Dylan?"
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